lunes, 27 de agosto de 2018

La ruta hacia tu cuerpo

Recuerdo la bici aparcada en el puente, allí donde esperaba verte llegar despeinada, con tu pelo al viento y la sonrisa abierta, subida en tu bicicleta roja, que luego quedaría enredada entre la mía, igual que nuestras bocas en un beso largo de bienvenida. Luego corríamos hacia el río, dejando las bicicletas abandonadas a su suerte, yo detrás tuyo agarrado de tu mano y tropezándome constantemente, lo que era motivo de risa para ti. Te recuerdo desnuda, tus pechos firmes y redondos. La sonrisa reflejada en el agua y el brillo del sol en tus ojos. Con ellos tú iluminabas el mundo. Aún los recuerdo ahora, cuando en los días más fríos el sol brilla para envolverme de calor. 
Y después de hacer el amor, cada vez menos escondidos, más salvajes, con la espalda arañada de las hojas secas y las ramas del suelo, volvíamos al puente a recoger las bicicletas que allí seguían, entrelazadas, testigos de nuestro amor, pegadas una contra la otra; la mía sosteniendo el peso de la tuya, como nuestros cuerpos en el río. 
Han pasado los años, y aunque el río ya no existe, el puente sigue en pie. Y de vez en cuando aparco allí mi bicicleta, como si aún pudiera verte de lejos, como si fueras a aparecer, con tu pelo al viento y tu bicicleta roja, sonriendo en cualquier momento.

Relato para el concurso #historiasdebicis de Zenda.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho, Gemma. Te deseo suerte en el concurso. ¿Esta historia ocurre en Gante?La foto me quiere recordar esa ciudad.

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    1. Muchas gracias por tu mensaje, Frank. Tienes muy buen ojo, efectivamente la foto está hecha en Gante, aunque la historia es inventada. Suerte si tu participas también!

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El abrazo de Montjuïc