No sería nada sin esas superficies rectangulares que inundan las estanterías de mi casa, mis amantes con los que intimo cada noche, los que me acarician con palabras, los que me ofrecen compañía, amor, y muchas veces alguna que otra respuesta. Quizá no me la den directamente, pero me ayudan a encontrarla. Me alejan del fanatismo, del odio, de la ignorancia, y me acercan al amor, a la comprensión, a la paz, a la tranquilidad que tanto ansío y que esta sociedad nos va quitando, cada vez más. Sin ellos, la vida, ese paisaje por el que transitamos cada día, se volvería de esa tonalidad gris, uniforme, carente de sentido. Sin ellos, no hubiera podido superar mis peores momentos, y es que son amigos que nunca te abandonan. Sin ellos, no sería lo que soy ahora.
Porque los libros no son solo libros, son vidas enteras. En cada uno de ellos guardo una esencia distinta, el recuerdo de quien me lo regaló, dónde lo leí y lo que me transmitió en ese momento. Y es que si miro atrás, me doy cuenta de que sin ellos nada de esto tendría sentido.
martes, 10 de octubre de 2017
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