viernes, 23 de octubre de 2020

El abrazo de Montjuïc

 


Me recordó Google fotos el otro día que hice esta foto el 14 de octubre de 2017 en Barcelona. Recuerdo que fui a ver con mis padres y mi hermano la exposición de Andy Warhold y luego dimos un paseo.

Yo, que caminaba en silencio como casi siempre, me quedé observando de lejos a la pareja que se abrazaba. Me gustó la imagen, la pareja abrazada, sus bicicletas entrecruzadas, el barrio de Montjuïc como fondo y quise capturar la imagen porque me transmitió mucho en ese momento. 

En psicologia, existe una teoría según la cual los bebés llegan al mundo con una programación innata y biológica para crear vínculo con la madre y de esta manera poder sobrevivir y conseguir protección. (Teoría del Apego de John Bowlby) . Es decir, que desde muy pequeños, los humanos necesitamos el contacto para poder sobrevivir. 

Abrazar a alguien significa decirle: "estoy aquí", "te existo", sin necesidad de palabras. Y las palabras, siempre lo he pensado, dicen menos que cualquier mirada. 

Porque el hecho de querer abrazar a alguien significa que esa persona es importante para nosotros, que queremos abrazar su alma más que aprisionar su cuerpo, sabiendo que esa persona no nos pertenece, pero que somos parte de ella y ella, forma parte también de nosotros, y de quien cuyo calor - no es que no pudiéramos - sino que ya no quisiéramos vivir.

jueves, 15 de octubre de 2020

Pinocho 2020: la lucha por la madurez.

 


Ayer fui a ver Pinocho, la nueva versión de Matteo Garrone de la novela de Carlo Collodi y me pareció maravillosa. No solo por la gran interpretación de los personajes o la ambientación de esa Italia pobre y humilde donde el mal acecha a cada paso sino por la moraleja de la historia donde un padre intenta librar del mal a su hijo pero no lo consigue. 


El zorro y el gato, que engañan a Pinocho, están personalizados y eso nos recuerda que los que nos engañan son personas de carne y hueso, y que no son siempre desconocidos sino que muchas veces se hacen llamar nuestros amigos. Porque en 'Pinocho', igual que en la vida, la verdad y la mentira se confunden a menudo.

Tampoco se elude el tema de la muerte, que está presente en toda la película, y hay un momento en que Pinocho muere para convertirse en un niño de verdad y que yo interpreto como ese proceso de transición en que dejamos de ser niños rebeldes e inmaduros para convertirnos en adultos que entienden la responsabilidad de sus actos. 


Pinocho desafía los consejos y las órdenes de su padre para mantenerle a salvo y se deja llevar por los engaños y la manipulación de quienes dicen llamarse sus amigos hasta que se da cuenta de su error y tras ese aprendizaje se reencuentra con su padre.

Y mientras R. gritaba: "vuelve con tu papá, Pinocho" en medio del cine, yo pensaba en lo fácil que es ver las cosas a través de una pantalla y lo difícil que es estar en los pies de ese padre que intenta salvar del mal a su hijo y en los de ese niño que necesita desafiar los límites para equivocarse y aprender, porque como humanos estamos diseñados a aprender a través de nuestras equivocaciones, y porque algún día yo estuve en los pies de ese niño y R.lo estará un día, y eso implicará que yo estaré en los pies de ese padre que, en vano, intenta salvar a su hijo de todo eso que es necesario aprender por uno mismo. 

lunes, 25 de mayo de 2020

Emily Dickinson, la poeta del confinamiento.

 
Emily Dickinson (1830-1886) eligió pasar los últimos veinte años de su vida encerrada en el hogar de sus padres, en Amherst (Nueva Inglaterra) como acto de libertad, aunque eso pueda resultar paradójico. Allí abría sus alas y volaba -de hecho no son pocos los poemas que hacen referencia a los pájaros-. 
Lo que había fuera de las ventanas no le interesaba en absoluto, pues el mundo le cabía dentro de sí misma.

 «Ella escogió la soledad. No tenía un interlocutor válido, y por eso decide aislarse y escribir, y presentar al mundo su visión a través de la poesía» afirma la filóloga Margarita Ardanaz, experta en la obra de Dickinson, que ha editado y traducido sus poemas: «Poemas» (Cátedra)

Sus primeros poemas son de 1850, y aunque en sus cuadernos escribió acerca de dos mil, solo acabó publicando seis en periódicos de tirada local, muchos de ellos sin firmar y otros fueron publicados sin su consentimiento por su cuñada o sus amigos del ámbito literario. Dickinson quiso vivir en el anonimato mientras dedicó toda su vida a escribir.

Había estudiado botánica, astronomía e historia natural en Mount Holyoke Female Seminary, saberes que plasma en sus versos, y tenía un cuaderno de campo donde estudiaba las flores que tenía en su jardín. 

Rompió los esquemas de la época por dos motivos: por un lado, sus versos rompían con los esquemas poéticos de la época debido a sus versos cortos, escritos en un lenguaje coloquial y con el uso de guiones  y por otro lado, porque en su época estaba mal visto que una mujer pasara tanto tiempo estudiando,  leyendo y escribiendo, pero a ella nunca le importó.

De sus amores, no sabemos casi nada. Se enamoró de la sabiduría de Benjamin Franklin Newton cuando éste estaba apunto de morir por tuberculosis. Él fue su mentor, a quien admiraba profundamente. Más tarde, se enamoró del pianista Charles Dasdworth, pero éste también murió al poco tiempo. 

Emily entró en una gran depresión y encontró refugio en la escritura y en el encierro voluntario. Hablaba a través de la puerta de su cuarto y las pocas veces que salía era para salir al jardín para disfrutar de sus flores y de los atardeceres, únicamente vestida de blanco. Cantaba a la naturaleza y a la poesía y fue una gran incomprendida, extraña a ojos de todos.

Murió de nefritis, una enfermedad de los riñones, el 15 de mayo de 1886. Conocemos su extensa obra gracias a su hermana menor, quien, una vez fallecida Dickinson, descubrió sus poemas registrando su habitación. Al ver la gran calidad que contenían decidió publicarlos. Tras de sí dejaría poemas tan bellos como éste:

«Si yo puedo evitar que un corazón se pare, / no habré vivido en vano. / Si yo puedo aliviarle a una vida el dolor / o calmar una pena; // si ayudo a un desmayado petirrojo / y lo llevo de nuevo hasta su nido, / no habré vivido en vano».

domingo, 3 de mayo de 2020

Libros para conmemorar el día de la madre

Las madres han ocupado siempre un lugar esencial en la literatura. Desde madres libres e inagotables, como la Anna Fierling de Bertolt Brecht a otras, castradoras y autoritarias, como la Bernarda Alba de Federico García Lorca o las que causan controversia por su falta de amor como la mamá de Matilda, de Roald Dahl

Hoy seleccionamos para el Día de la Madre un puñado de libros maternales en homenaje a ellas:





Rebosante de rabia y amor, de incomprensión y ternura, este libro reúne las memorias de la escritora y activista Vivian Gornick. En ellas, Gornick camina con su madre, ya anciana, por las calles de Manhattan y en el transcurso de esos paseos va desgranando el relato de la lucha de una hija por encontrar su propio lugar en el mundo. Influenciada por dos modelos femeninos muy distintos que la joven ansía y detesta encarnar y que determinarán su relación con los hombres, el trabajo y otras mujeres durante el resto de su vida.
Un clásico que nos explica también la evolución del feminismo, de las luchas sociales y de las imposibles relaciones intergeneracionales.







Una madre es el retrato de una familia unida por los frágiles lazos de la necesidad y del amor y la mirada única de una mujer maravillosa en un momento extraordinario.  Aunque también es un atisbo de lo que la condición humana es capaz de demostrarse y mostrar cuando ahonda en su mejor versión.
La protagonista,Amalia, ha logrado a sus 65 años ver cumplido su sueño: reunir a toda la familia para cenar en Nochevieja.  Sabe que va a ser una noche intensa, llena de secretos y mentiras, de mucha risa y de confesiones largo tiempo contenidas que por fin estallan para descubrir lo que queda por vivir. 

Nuria Labari se basa en su propia experiencia como madre para escribir este ensayo, y usa las voces del pasado de Lucy, la Cenicienta, Platón, Teresa de Jesús, Darwin, Maupassant o Simone de Beauvoir. 
La protagonista de la novela tiene 35 años y es estéril cuando decide ser madre. Cinco años y dos hijas después cree haberlo ganado y perdido todo. Es entonces cuando decide escribir una historia que es un duelo entre la escritora que fue y la madre en que se ha convertido. 
“La madre rara vez es un sujeto activo en la literatura, ella no escribe, sino que está escrita”, asegura la autora de esta novela que a desmonta el mito de la maternidad sin por ello prescindir de celebrar el origen de la vida. 

La madre de Albert Cohen murió en Marsella bajo la ocupación nazi. Para Cohen, que se encontraba exiliado en Londres, jamás pudo perdonarse esa y tantas otras ausencias, así que diez años más tarde publicaba este sobrecogedor y desesperado Libro de mi madre, en el rendía tributo al amor maternal, desesperado e incondicional, que marco su vida indeleblemente.
 Una narración de la que se ha dicho que es la más bella novela de amor que jamás se haya escrito. Desgraciadamente está descatalogada y es difícil de encontrar en librerías de segunda mano. No obstante, se puede acceder a este libro gracias al catálago de bibliotecas y de forma digital en internet.

En Diciembre de 1970, durante ocho días, mientras su madre agoniza, Georges Simenon permanece a su lado en el hospital.  Durante esos ocho días estos dos seres, que jamás pudieron amarse, tal vez porque jamás pudieron hablarse, intercambian pocas palabras pero se miran intensamente, con cierta perplejidad y desconfianza. De hecho, al ver entrar al hijo mayor en la habitación, la madre le pregunta con frío asombro: «¿Por qué has venido, hijo ?», deseando probablemente que hubiera sido el otro hijo, el más joven, el amado, el que la acompañara en sus últimos momentos. Pero es el hijo una y otra vez rechazado quien, a sus 67 años profundamente marcados por ese desamor y esa indiferencia, la asiste hasta el final, entregado a toda suerte de recuerdos y sentimientos contradictorios, desgarrado entre el resentimiento, un insoportable sentimiento de culpa y el deseo de ser reconocido. Coincidencia o no, motivo de estudio para psicoanalistas y estudiosos de su obra, el caso
 Carta a mi madre está considerada por la crítica mundial no sólo como una obra de rara calidad literaria, sino también como la clave para comprender toda la extensa obra de Georges Simenon.

La actriz y escritora Angelika Schrobsdorff reconstruye aquí la biografía íntima de su madre, Else Kirschner, una mujer nacida en una familia de la burguesía judía de Berlín, liberada de los prejuicios de su tiempo y deseosa de casarse con un artista (y no con el "excelente partido" que le han buscado: un comerciante adinerado y maduro).
Marcada por el caos afectivo, la impetuosidad, las contradicciones y el sufrimiento, y viviendo siempre al límite en la bohemia berlinesa de los "locos años veinte."
Su existencia organizada en torno al amor y a “la compulsión de mantenerse siempre despierta” se desmoronó con el nazismo.
 Milena Busquets retrata aquí a su madre, la editora y novelista Esther Tusquets, creadora de Lumen y una de las grandes protagonistas de la edición española de los años 70 y 80. 
Busquets también rinde homenaje a una época y un paisaje, esa costa mediterránea de inacabables amaneceres, y a una forma de vivir mediterránea, única y feliz, tejida con la complicidad de amigos y familiares. Aunque algunos pasajes del libro descubren ocasionales desencuentros entre madre e hija, estas páginas dan cuenta de la reconciliación definitiva, humana y profesional, que las unió poco antes de la muerte de la editora.

miércoles, 29 de abril de 2020

Escritoras Audaces (IV). Alejandra Pizarnik: la expresión de un alma herida.

"Escribes poemas porque necesitas un lugar en donde sea lo que no es" escribió Alejandra Pizarnik. Porque para ella, escribir un poema es reparar la herida fundamental,la desgarradura. Todos estamos heridos.

Fumadora empedernida y convertida por las últimas generaciones en un icono del feminismo,se la definió durante mucho tiempo como la poeta maldita de América por su capacidad para expresar el dolor y la locura en sus múltiples vertientes. Hija de inmigrantes judíos que llevaban el peso de haber dejado su país de origen junto al horror del Holocausto, había nacido en Avellaneda, en un suburbio de Buenos Aires, y creció bajo la sombra de una vida difícil y de una sociedad de la que se sentiría constantemente excluida, buscando refugio en la literatura y la poesía. 


“Mi felicidad o bienestar más grande sucede en un día como el de hoy: sola, leyendo y escribiendo. Lo demás, aun el hecho de ir al cine, y mucho más el ver gente, es un esfuerzo doloroso”, 
anotó en sus Diarios el 9 de julio de 1960.

A ese sentimiento de exclusión se le añadirían una serie de complejos como el acné, el asma, el tartamudeo y cierta tendencia a engordar, que la llevarían a una reclusión más profunda y a la adicción, primero de anfetaminas para evitar engordar, y más tarde de barbitúricos con los que se provocaría la muerte.


En 1954 empieza los estudios de filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires, y más tarde lo intentaría con periodismo, abandonando ambos estudios e interesándose por la pintura surrealista.

Más tarde se marcha a París, donde hace amistad con Julio Cortázar, Italo Calvino y Octavio Paz, quien este último le escribiría el prólogo a su libro de poemas Árbol de Diana (1962) y el que le facilitaría un trabajo en la revista literaria Cuadernos, ocupación que la disgustaba porque la distraía de la escritura.


En 1960 empezó una terapia psiquátrica  y por aquél entonces ya llevaba publicado cuatro poemarios: La tierra más ajena (1955), Un signo en tu sombra (1955), La última inocencia (1956), Las aventuras perdidas, (1958).


Tras su vuelta a Buenos Aires sufrió dos intentos de suicidio, marcándole profundamente 

la muerte de su padre en 1966 y haciéndole caer en una profunda desesperanza.


“La muerte de mi padre hizo mal mi muerte. Mi terror de andar y moverme y comer y respirar. Me asfixio yo sola. Sólo tengo paz por la noche cuando leo, olvidada y perdida, lejos de mí y aun del libro que leo. ¿Y la esperanza en la literatura? Aún quedan resabios y sin embargo no sé qué decir ni cómo ni para qué”, escribió el 18 abril de 1966 en sus Diarios.

Pizarnik se suicidaría en 1972, a los 36 años, ingiriendo 50 pastillas de barbitúricos durante un fin de semana en el cual había salido con permiso del hospital psiquiátrico de Buenos Aires.

viernes, 17 de abril de 2020

Diez propuestas literarias para el confinamiento

Ya dijo Emily Dickinson que para viajar lejos no hay mejor nave que un libro. 

Y no hay, pues,  mejor momento que éste para adentrarnos y viajar a diferentes mundos sin movernos de casa. Ahí van mis sugerencias, por un lado, de cinco autores y por otro, de cinco autoras:


1. La carretera - Cornac Mc Carthy. 



"La carretera" de Mc Carthy es uno de esos libros que desde el primer momento que empiezas a leer ya no puedes soltarlo. Un hombre y su hijo caminan por una carretera, no sabemos sus nombres, quizá porque han sido despojados de todo. El mundo está devastado, todo a su alrededor es ceniza, no hay comida, no hay vida, y los pocos que quedan son muertos en vida. Cadáveres andantes en busca de comida, dispuestos a  comer carne humana con tal de sobrevivir. El hombre y el niño caminan hacia el sur en busca de vida, un mundo donde puedan, al fin, descansar. Huir de aquellos que les ven como un pedazo de carne. No se rinden y siguen caminando. Una lucha por la supervivencia. Un libro emocionante, que me ha hecho emocionarme al final, y que me hacía plantearme en cada página : ¿qué haría yo en esas circunstancias? Un libro que no quería que terminara. No sé si porque les he cogí cariño, o porque por un momento me había convertido en ellos dos. 

En todo caso, un libro emocionante que merece ser leído. Y si os gusta, quizá incluso podáis ver la película. 


2. Las uvas de la ira - John Steinbeck

Un libro magnífico, impactante y duro sobre el crack de 1929 y la época de la Gran Depresión donde una familia de Oklahoma se ve obligada a emigrar a California en pos de trabajo y una vida digna. En ese proceso tendrán que enfrentarse al hambre, a la miseria y a la humillación por el hecho de ser inmigrantes en un país donde nada les será favorable. Un tema que sigue siendo de actualidad, porque describe el despotismo de los grandes terratenientes, la represión de los policías, el miedo y el egoísmo de los nativos que desprecian al de fuera por miedo a que les quiten el pan. Un libro de lectura obligatoria, para ponerte en la piel de aquellos que no han tenido la suerte de nacer en un país donde todas sus necesidades están cubiertas y tienen que dejarlo todo en pos de ese sueño o esa vida digna que todo ser humano se merece. 

También podéis ver la película que se hizo en 1940 dirigida por John Ford con Henry Fonda.



3. Los renglones torcidos de Dios - Torcuato Luca de Tena

Con este libro nos adentramos en el extraño y desconocido mundo de las enfermedades mentales. ¿Son los locos un error de la naturaleza, un error de Dios, como diría uno de los personajes que componen el libro? ¿Dónde se establece el límite de lo real y lo imaginario?
Su autor, Torcuato Luca de Tena, se las arregló para ingresar en un manicomio para poder escribir con conocimiento de causa. No solo acerca de los manicomios, sino de los trastornos que a veces acontecen a personas sanas y brillantes. Algo reafirma el libro que ya sabemos: ante acontecimientos traumáticos algo cambia dentro nuestro. Podemos olvidarlos para sobrevivir y de esa manera, a veces, se crean síntomas que nos ayudan a sobrellevarlo. Porque a veces perder la cabeza es una manera de no afrontar la realidad. La frase que da paso al libro lo describe muy bien: "La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca." En definitiva, un libro que habla del encierro -tanto físico como mental- y que es una verdadera obra de arte.



4. El fin de la soledad - Benedict Wells 

Encontrar libros que te hagan verdadera compañía durante el confinamiento no es fácil pero "El fin de la soledad" de Benedict Wells ha sido uno de ellos, por sus personajes, su sencillez y por su gran sensibilidad al narrarlo.
Una novela que habla del paso de la adolescencia a la adultez, de la amistad y del amor. La historia de tres hermanos que perdieron a sus padres y se perdieron a ellos mismos, pero también de cómo lograron sobreponerse a las circunstancias. Un libro precioso, de los últimos que he leído, y que ha conseguido transportarme a otro mundo y a otras circunstancias, y emocionarme gratamente.



5. Todos los poemas- Joan Margarit 

Para los amantes de la poesía, Joan Margarit es una gran opción. 
Ganador del Premio Cervantes, del premio Nacional de Poesía de 2008 y del Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, es un poeta al que me gusta volver una y otra vez pues es un recorrido asegurado por la ternura, la tristeza, la muerte y el amor. Los poemas de Joan Margarit son sencillos pero intensos, llenos de bondad y realismo. 
Extraigo uno de los poemas que más me gustan:

La muchacha del semáforo

Tienes la misma edad que yo tenía


cuando empecé a soñar en encontrarte.

Entonces no sabía, igual que tú

no has aprendido aún, que llega el día

en que el amor es esta arma cargada

de soledad y de melancolía
que está apuntándote desde mis ojos.
Tú eres la muchacha que busqué
cuando aún no existías.
Y yo el hombre hacia el cual
querrás un día dirigir tus pasos.
Pero estaré tan lejos de ti entonces
como estás tú de mí en este semáforo.


6. Donde el corazón te lleve - Susana Tamaro.


Es el primer libro que leo de Susana Tamaro y os puedo asegurar que me ha encantado. "Donde el corazón te lleve" está escrito en forma epistolar y son las cartas que una mujer mayor, Olga, escribe a su nieta. Gracias a esas cartas vamos conociendo la personalidad y la vida de la protagonista. Sus confesiones, sus pensamientos van saliendo en torno a una atmósfera familiar de abandono y soledad. El libro está repleto de frases y reflexiones para subrayar, como por ejemplo ésta : "Los recuerdos tristes dormitan largo tiempo en una de las innumerables cavernas de la memoria; se mantienen allí durante años, decenios, la vida entera. Después, un buen día vuelven a la superficie, el dolor que los había acompañado vuelve a estar presente, tan intenso y punzante como lo era aquel día de hace tantos años."
Un libro que emociona y deja huella.


7. Nada se opone a la noche - Delphine de Vigan


Nada se opone a la noche es un doloroso viaje al pasado de la autora que emprende al encontrar a su madre muerta  a causa de una enfermedad que le duraría casi toda su vida, quiso entender a su madre y la relación que tuvo con ella. Es también un homenaje, una búsqueda de explicaciones, una manera de superar el dolor a pesar del dolor que le produce escribir sobre ello. Es un testimonio magnífico porque se acerca, de primera mano, a un conglomerado de temas tabú como el suicidio, los abusos sexuales, las enfermedades mentales y la muerte.

8. El viento que comenzó a mecer la hierba - Emily Dickinson.

Siempre es buen momento para retomar los poemas de esta maravillosa autora y este libro es una selección de algunos de sus poemas -veintisiete, en este caso- en su versión original y la traducción, acompañada de bellísimas ilustraciones de Kike de la Rubia.  El amor es uno de sus principales temas, pero también la naturaleza, el tiempo o la muerte


«Temo a la persona de pocas palabras./ Temo a la persona silenciosa./ Al sermoneador, lo puedo aguantar;/ al charlatán, lo puedo entretener./ Pero con quien cavila/ mientras el resto no deja de parlotear,/ con esta persona soy cautelosa./Temo que sea una gran persona».


9. El cuento de la criada - Margaret Atwood. 


El cuento de la criada es una novela dura, una distopía feminista que nos narra, a través de su protagonista Defred, sus experiencias en una teocracia basada en la interpretación textual del Antiguo Testamento, una sociedad represiva en la que cualquier intento de disidencia es castigado con la muerte y donde se despoja a las mujeres de todo derecho, no sólo sobre su cuerpo sino también sobre su vida y  y cuya única misión es enendrar a los hijos de los Comandantes, la élite política del país. 

Una novela de pone los pelos de punta, por el hincapié que hace la autora en todo aquello que se puede arrebatar a las mujeres: trabajo, posición social, pensamientos, capacidad crítica, sexo, libertad… 

10. Persecución - Joyce Carol Oates. 



Para finalizar, un libro del 2020 que no os dejará indiferentes pues Oates es maestra imbatible de la literatura de la violencia y la abrasión psicológica del suspense por su inclinación temática a los crímenes, a los abusos sexuales, al incesto, al retrato de asesinos y víctimas y a las brumas del thriller psicológico Persecución es la historia de una chica traumatizada en su niñez cuyas pesadillas inconexas apenas esbozan la tragedia que sufrió y que se le oculta a ella tanto como al lector. El libro perfecto para desconectar estos días.


martes, 7 de abril de 2020

Escritoras Audaces (III): Anaïs Nin y la compleja condición de un ser libre.

Anaïs Nin es la primera mujer que rompe la barrera de lo políticamente correcto al publicar con su verdadero nombre sus propios diarios sexuales y relatos eróticos. Autora de la obra “Delta de Venus”, fue considerada como una escritora "escandalosa". 

Era, además, modelo y bailarina de flamenco, amante de varios hombres y mujeres a la vez, vivía el amor al máximo y conocía, de sobra, las causas por las que ese amor moría: 
“El amor nunca muere por causas naturales. Muere porque no sabemos rellenar su fuente. Muere de ceguera emocional, de nuestros errores y traiciones. Muere a causa de nuestras enfermedades y heridas del corazón. De cansancio, por falta de riego. Cuando se vuelve opaco y deja de brillar".


Conoció, a fondo y en su cama, a muchas personalidades conocidas, como la de Henry Miller y la de su mujer June,  Antonin Artaud, Edmund Wilson, Gore Vidal, James Agee y Lawrence Durrell, René Allendy y Otto Rank y sus obras son el relato de estas aventuras llenas de pasión y desenfreno. Animaba a sus amantes a que estuvieran con otras y renunció a la maternidad porque consideraba que era perder su condición de amante y artista.

Hija del compositor y pianista cubano- español Joaquín Nin, mantuvo con él una relación incestuosa. Así lo plasma en sus diarios que empezó a escribir a los 11 años y serían los que más tarde le proporcionarían el éxito. 

"Este diario es mi kif, mi haschish, mi opio (...). En lugar de escribir una novela, me tiendo con una pluma, este cuaderno y sueño (...). El sueño es mi verdadera vida. Veo en él los ecos que me devuelven las únicas transfiguraciones que conservan lo maravilloso en toda su pureza. Fuera, toda la magia se pierde. Fuera, la vida revela sus imperfecciones".


Fue el 14 de enero de 1977 cuando Anaïs Nin exhaló su último aliento. Tenía 73 años y dejaría atrás una historia que había que recordar pues con ella abriría paso a una literatura centrada exclusivamente en la mujer.

El abrazo de Montjuïc