jueves, 1 de agosto de 2019

Resiliencia

No podemos evitar el dolor, es inevitable, forma parte de la vida. El mismo acto de dar vida, de parir, es ya en sí doloroso. El dolor nos enseña, gracias a él maduramos, crecemos. Sin dolor no hay evolución. El dolor también es fuente de inspiración, es sabiduría y aprendizaje.  Por eso creo que debemos afrontarlo con coraje y sabiendo lo bueno que nos va a aportar en cada momento de nuestra vida, aunque en ese momento no lo sepamos ver por encontrarnos en la oscuridad más absoluta. Esa capacidad de salir a flote ante las dificultades y de afrontarlo como parte del aprendizaje de la vida tiene un nombre, se llama resiliencia. No se trata de ser inmune al dolor, se trata de saber reconocerlo y afrontarlo, hablar de él como de un suceso que nos va a llevar a ser más fuertes de lo que en realidad somos. Me gusta la frase, y la suscribo, de Louis Madeira que dice: "Adoro la ambivalencia poética de una cicatriz, que tiene dos mensajes: aquí dolió, aquí sanó." Y otra de Benjamin Griss que afirma: "me gusta la gente que lleva sus cicatrices como trofeo de victoria." La vida fácil no existe, todos pasamos por nuestras propias tormentas, sean internas o sean externas, y negarlas solo nos hace más débiles. Solo al reconocerlas podemos afrontarlas y solo al afrontarlas podemos seguir creciendo en esta escalera de la vida.

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