jueves, 16 de enero de 2020

Rudyard Kipling; frente a todo.

Imperialista trasnochado y poeta idealista, Rudyard Kipling defendía a los peones de la guerra y ridiculizaba a los generales y oficiales que se llenaban de palabras huecas.

Disfrutaba en las tabernas escuchando los testimonios de la gente y se aferraba al espíritu de su tiempo. Era amigo de Jorge V, aunque nunca aceptó un honor oficial. Tenía muy mala uva, y en sus críticas, llenas de agresividad, no se olvidaba de nadie. Antidemócrata, antiamericano y antijudío, sin llegar a ser fascista, y aunque firmaba sus textos con una sauvástica -símbolo hindú- repudiaba a los nazis y escribió contra ellos.

De sus críticas tampoco se salvó Gandhi, ni el mundo en general, llegando a conseguir el desprecio de todos. Pensaba que el "hombre blanco" estaba destinado a traer el progreso a los pueblos atrasados y resaltaba la actuación de aquellos hombres que se marchaban a la India a intentar mejorarla, en cuanto a la mejora de cultivos, al avance en la sanidad y a la disminución del caciquismo y lo plasmaba en sus cuentos y poemas. Esto contrasta con la perversión extrema del colonialismo señalada por Conrad.

Kipling se convirtió en un defensor acérrimo del Imperialismo y del Imperio británico.

Aún así fue respetado como poeta y rechazó todos los premios y títulos que le ofrecieron, salvo el Premio Nobel de literatura en 1907.

Aunque nació en la India, fue criado y educado en Inglaterra. A los 6 años su padre lo envió a Lorne Lodge, en Southsea, un hogar social donde le educarían los próximos 6 años y donde el sentimiento de soledad le atormentaría gravemente.

Más tarde se dedicaría a escribir y a viajar, hasta que a los 26 años se casó con una mujer tres años mayor que él y con la que tuvo tres hijos, dos de los cuales murieron, suceso que le acarrearía una úlcera gástrica, provocándole más tarde una hemorragia interna y la muerte en enero de 1936.

Puede que él llegara a ser el hombre que plasmó en su poema If...aunque para ello tendría que haber resistido a su propia desdicha.

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