con ignorante soberbia al límite de todo,
como si el futuro no fuera
a atraparme nunca con sus garfios,
explorando espacios de un infierno inexorable,
al borde siempre de mí misma.
Han pasado los años y he crecido,
algo rota y un poco triste, con pocos amigos
y sin nada más que sueños en los bolsillos,
y al final me he dado cuenta: que el futuro me ha arañado
y que por dentro solo quedan
estas viejas ruinas del pasado.
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