sábado, 29 de febrero de 2020

Escritoras Audaces (II): Idea Vilariño, la poeta de la soledad y del silencio.

Estos últimos días han sido para leer con infinita ternura y admiración la poesía completa de
Idea Vilariño  (Montevideo, 1920-Montevideo, 2009), profesora, crítica literaria, traductora de Shakespeare y compositora además de poeta, toda su obra es la expresión completa de los sentimientos más profundos que le inspiraron sus vivencias, así como el amor por la poesía y la cultura, y las ideas anarquistas que heredó de su padre.

Marcada por la muerte desde joven, perdió pronto a sus padres y a uno de sus hermanos, arraigando un profundo sentimiento de soledad, sentimientos que, por otro lado, se reflejan siempre en su poesía:



No sé qué hay en la tarde, en la luz, en el alma,
no sé si fue esa música dolorosa y fantástica
o si es este silencio perfumado y oscuro
o esta luz de crepúsculo perfumada y callada.

Me faltan tantas cosas que me duelen las manos
que se alargan dolientes, pálidas y vacías. 

Da hasta miedo seguir
si con tan pocos años pesa tanto la vida.


Nunca tan cerca de la vida. Nunca.
Nunca tan grande como hoy la muerte,
sobre todo, ante todo, al fin de todo,
y yo, sintiéndome ir trágicamente.


La tarde que se muere se agiganta.
Yo me siento perdida.
Da hasta miedo seguir
si con tan pocos años pesa tanto la vida.

(1939)



Al dolor emocional se le añadía también el dolor físico que padecía debido a una enfermedad en la piel, un eczema, como la misma poeta recuerda: “La piel se me necrosaba todos los días. Entonces me metían en una bañera llena de agua con no sé qué producto hasta que la piel se ablandaba. Esa piel caía y yo quedaba con una piel tan frágil que si me movía se rompía.” 

Fue amante de Onetti, con el que vivió una relación más que tormentosa y al que le dedica varios poemas que tienen como núcleo central el sufrimiento y la soledad. Idea lo contó así: "Teníamos la relación más difícil y más imposible […] Es el último hombre de quien debí enamorarme porque éramos lo más imposible de ligar que había. Nunca entendió el ABC de mi vida, nunca me entendió como ser humano, como persona. Y así teníamos nuestros grandes desencuentros. Si yo hablaba de algo sumamente delicado él me salía con una barbaridad. Decía cosas que me hacían echarlo, imposibles de soportar. Todavía me pregunto por qué aguanté tanto, por qué volví tantas veces. Nos peleábamos y volvíamos a juntarnos, lo echaba, regresaba. Una noche me llamó desesperado para que fuera a verlo. Yo estaba con alguien que me amaba y lo dejé por ir a pasar una noche con él. Y recuerdo que lo único que hicimos fue ponernos de espalda, leyendo un libro él, y yo otro. A la mañana siguiente le agarré la cara y le dije: sos un burro Onetti, sos un perro, sos un camello. Y me fui." (Domínguez, 2009: 112-113).

Vilariño rechazó varios premios que se le concedieron y nunca quiso hablar sobre su obra poética. Rechazaba entrevistas y no hacía nunca apariciones públicas.

Fue la primera mujer en ganar la medalla Haydeé Santamaría y es una de las poetas más reconocidas de latinoamérica.

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